martes, 16 de octubre de 2012

Perfección

Eres una chica normal, que vive el día a día, sin preocupaciones. Nunca te has preocupado por tu físico, siempre te has visto bien, siempre te has visto guapa. Pero todo empieza a cambiar.

A las espaldas empiezan a comentar que te sobran unos kilos, tus amigas no te dejan la ropa porque dicen que no te va a servir o que se las ensanchas. Los comentarios a las espaldas se convierten en bromas y en insultos a la cara. No dices nada y aguantas, porque te sigues viendo igual. Pero los días pasan, los insultos y los desprecios de tus amigas continúan. Y te empiezas a plantear que llevan razón. 

Te empiezas a preocupar por tu físico, te miras en el espejo y ves a una chica gorda, cuando antes solo veías a una chica normal para tu edad. En tu cabeza solo hay insultos hacia ti misma. Te sientes la amiga gorda, la despreciada, a las que todos miran y señalan por la calle riéndose. En la televisión solo ves a chicas delgadas, y a las que creías que eran normales en las series de televisión se refieren a ellas como "a la gorda". Así que decides cambiar, quieres parecerte a las chicas guapas de la tele, a ser como tus amigas.

El primer método es ponerte a dieta, llevas a penas una semana y no puedes más. Pasas hambre y no ves resultados, te preguntas que para qué te sirve pasar hambre si no ves resultados, si los insultos y las caras de asco continúan. Así que un día llegas a casa, llorando, preguntándote por qué no puedes ser como las demás, guapa y delgada. No hay nadie, así que coges todo lo que hay en la despensa y calmas tu ansiedad con comida mientras tus lágrimas caen por tus mejillas. Cuando acabas sientes una presión en el pecho, un sentimiento de culpa, de debilidad, así que vas al baño y vomitas. Sientes alivio, vacío, tranquilidad... Así que empiezas a vomitar de vez en cuando, tras cada atracón por ansiedad, o simplemente tras cada comida. Adelgazas un par de kilos, así que viendo que este método funciona comienzas a vomitar más a menudo, ya se convierte en casi un ritual para ti. Pero una tarde, estando en el ordenador, lees que vomitar no ayuda, que para adelgazar rápido lo mejor es no comer. Así que frente al espejo, en ropa interior, mirando a ese cuerpo que ya te da asco, te haces la promesa de que vas a dejar de comer. Que quieres llegar rápido a tu meta. 

Los días pasan y tú sigues sin comer, tus padres se preocupan por ti, pero tú ya te estás convirtiendo en una experta en disimular que no comes o en tranquilizándolos diciendo que ya has comido antes y que por eso no tienes hambre. Las semanas pasan y tú, como era de esperar, pierdes peso. En tu clase lo notan, tus amigas te felicitan. Tu familia lo nota, pero por el contrario se preocupa. Y tú... tú te sigues viendo igual de gorda que al principio. Así que sigues igual, sigues sin comer, y sigues adelgazando más. Tanto, que llega un día en el que te desmayas en medio de clase. Te llevan al hospital, sigues inconsciente. Tú no lo ves, pero a tu alrededor está tu familia y tus amigas, esas que te habían despreciado, llorando. Los primeros lamentándose por no haberse dado cuenta de lo que pasaba, y las segundas por haber sido tan crueles contigo. Cuando despiertas y ves ese dolor, cuando te ves en esa situación tú también te arrepientes.

Te arrepientes de haber dejado que los comentarios te afectaran tanto, de no haber sabido ver tu belleza, de no haber sido más paciente. Te arrepientes de haber llegado al extremo, a la enfermedad. Te arrepientes de todo el dolor que has causado, de no haberte sabido querer, de haber sido tan influenciable.

Pero tienes una nueva oportunidad, y decides aprovecharla. Estás decidida a quererte por quién eres y no por cómo eres, a no dejar que nadie te haga sentir menos de lo que eres. Estás dispuesta a recuperarte, a ver a una chica preciosa en el espejo. Tan preciosa como realmente eres. Porque si tú no te quieres por los defectos que crees que tienes, pensarás que todos los demás no te quieren por esos mismos. Así pues, decides intentar fuerte y luchar por no recaer, por compensar el daño hecho a tu familia. Te das cuenta que tus amigos no te van a despreciar por cómo eres físicamente, sino que te van a querer y te van a apoyar siempre, van a destacar tus virtudes y no tus defectos. Y así es como ante ti se presenta un abanico de oportunidades para ser feliz.

Porque es posible ser feliz si te quieres, porque no hay mujer más perfecta que la imperfecta que se ama a sí misma. 

lunes, 25 de junio de 2012

Y quiero despertar con la capacidad de no pensar, de no pensarte. Salgo a la calle y te veo en cada cara de la gente, te siento en cada roce del viento y mi colonia me recuerda a la tuya. Quiero sentir que no siento nada, evadirme del dolor y de la desilusión. No buscar soluciones alternativas, no encontrar dentro de mí el mayor problema de todos. Quiero dejar de buscar en labios ajenos todo lo que los tuyos me hacían sentir, no quiero abrazar a alguien, cerrar y los ojos y pensar que eres tú el que está ahí. Quiero borrar ese adiós, ese rencor, esa indiferencia eterna hacia mí y hacia todo lo que me pase, quiero borrar todo eso de mi recuerdo. Quiero dejar de pensar que sin ti ya nada será igual, que marcaste un antes y un después, quiero pensar que todo fue mentira. Quiero borrar estos últimos años y borrar todos estos recuerdos que me hacen mal, todos estos recuerdos que aunque no tengan que ver contigo me dañan por dentro y que con el paso del tiempo el dolor que causa. Y es que odio que me marcan así las cosas, odio tener que mirarme al espejo cada día, odio tener que salir a la calle, odio intentar aparentar que todo va bien, odio tener que autoengañarme. Quiero dejar todos mis pensamientos atrás, quiero dejar de permitir que me dañen y dañarme.

viernes, 1 de junio de 2012

A diario.

Pasan los años y todo sigue igual. No es fácil sonreír cuando estás acostumbrada a llorar. No es fácil vivir cuando estás acostumbrada a sobrevivir. Pasan los años y vasa acumulando decepciones, vas acumulando complejos, vas acumulando tristezas, vas acumulando miedos... Y llega un momento en el que ya no puedes más, ya no vives, ya no sonríes, ya no sueñas, ya no brillan tus ojos... Llega un momento en el que sigues en pie por un par de personas, por esas personas que sabes que nunca te van a dejar de lado. Tienes mil problemas, quizás tan solo son pensamientos que se incrustan en tu cabeza, pensamiento que solo te hacen daño, pensamiento que tú sabes que son la realidad pero que nadie logra entender. Pero esos pensamientos te van matando lentamente, te van debilitando cada vez más, tu cuerpo no puede más, tu mente no puede más e intentas evitarlos, intentas eliminarlos pero no puedes. Sigues adelante pero cada día es una tortura, te despiertas y solo piensas en el momento en el que puedas seguir durmiendo y no seas capaz de darte cuenta de la realidad. Realidad en la que sobrevives. Cada día que pasa los pensamientos van aumentando y tus fuerzas van disminuyendo. Cada día te es más difícil ocultar todo lo que te pasa, todo lo que ocultas a la gente con tus falsas sonrisas, todo lo que ellos no saben de ti y que ni si quiera se pueden imaginar. Empiezas a pensar que ya tú sola no puedes con todo, que no puedes salir sola de todo esto. Y esperas que alguien se dé cuenta, que alguien vea en tu sonrisa esas falsedad y en tus ojos esa tristeza. Que vean que si tus ojos brillan es por las lágrimas que permanentemente están dispuestas a salir para recorrer tus mejillas. Rezas para que alguien te comprenda y no te juzgue, alguien que no vea una tontería todos esos pensamientos, alguien que sea capaz de echarte una mano y levantarte, que sea capaz de aguantar de ti y que no te deje en la estacada en cuanto vea que hay dificultades. Y lo intentas, intentas ser feliz, intentas salir adelante, te repites a diario que puedes con todo, te miras al espejo y te dices "qué guapa estás hoy", pero siempre recaes, siempre tropiezas con ello y cada vez son más fuertes las caídas. Cada vez el daño físico es mayor, cada vez el daño mental es mayor, ¿y es que hasta cuándo vas a poder vivir llorando cada noche? ¿Hasta cuándo vas a poder vivir sin quererte? ¿Cuánto más vas a aguantar con todo lo que se te pasa por la cabeza?

lunes, 21 de mayo de 2012

Todo está bien.

Todo está bien, todo está bien hasta que nada está bien. Hasta que ves que tu mundo se ha desmoronado. Hasta que ves que todo lo que tenías lo has perdido, muchas de las personas con las que creías contar te han dado la espalda. Cuando incluso tú misma te das la espalda. Cuando no eres capaz de pensar en ti sin reproches, sin desprecio, cuando te miras en el espejo y tanto solo ves decepción. En ese momento deja de estar todo bien. En ese momento ya no sabes que hacer, ni que pensar, ni que sentir... si es que sientes algo aparte de desilusión. ¿Y qué es lo que haces? Sonreír, falsas sonrisas hacia fuera. ¿Para qué? Para disimular, para obviar lo evidente, para que nadie se de cuenta de lo que sientes por dentro, para no sentirte más débil. Sonríes para no tener que explicar por qué estás mal, para no tener que aguantar falsas palabras de comprensión, para no tener que aguantar un "estaré para todo" o un "siempre podrás contar conmigo" que en realidad significan "en cuanto me cuentes algo te voy a juzgar". Así que prefieres hacer como si nada, hacerte la fuerte y mantener una imagen que, desde luego, no es la que tienes en tu casa. Frente a la imagen de chica divertida, feliz, alegre y sin problemas que muestras en la calle aparece una chica débil, con los ojos eternamente llorosos, que a menudo se siente atacada, que se siente fuera de lugar, que no encaja. Se encuentra una chica que se ve sola ante todo, sí, cuenta con apoyos pero... ¿y? Al fin y al cabo todos se acaban yendo, todos tienen sus propios problemas, todos tienen en más cosas que pensar y no quieres ni molestar. Prefieres ser tú la que esté siempre ahí, la que intente sacar a todo el mundo adelante, prefieres ver una sonrisa en los demás que en ti misma. Pero esto, al final no te ayuda nada, vuelves a tu realidad y ves que todo sigue igual. O incluso peor. Los días pasan, crees que mejoras, crees que te recuperas, empiezas a pensar que ya todo vuelve a la normalidad y pasa algo. No tienes muy claro el qué, que hace que la estabilidad que habías alcanzado se desvanezca. Y ya no es que vuelvas al principio, sino que aún caes más bajo. La caída es más fuerte y el daño es aún mayor.

martes, 15 de mayo de 2012

Decepción.

Y es en el momento en el que mejor estás, el momento en el que parece que todo puede ir bien, en el que todo empieza a tener sentido y los problemas dejan de afectarte, es en ese momento cuando pasa algo que hace que todo lo que habías conseguido se desmorone. Que todo lo que habías avanzado lo retrocedas a pasos agigantados. Y es que cuánto más arriba estás, más dura es la caída hacia la realidad. Hacia la realidad en la que la gente te decepciona, te engaña y te hiere. Esa gente que tu considerabas amigos, esa gente a la que querías e incluso sigues queriendo, esa gente que te importaba y te importa, y que por supuesto tú pensabas que era recíproco... Pero te das cuenta de que no, de que todo lo que habías creído, de todo lo que habías supuesto o pensado, de que todo lo que te habían dicho, todo lo que te habían prometido, todo lo que te habían asegurado, te das cuenta de que todo, absolutamente todo lo que has pasado con esas personas es mentira. No ha servido para nada. Solo tú las has considerado alguien en tu vida. ¿Y al revés? Al revés nada, por su parte no hay nada. Y es que tan solo te demuestran lo falsas que eran sus palabras. Y es que son capaces de mentirte a la cara, de despreciarte mediante palabras, de tratarte como si fueras la última basura del universo. Son capaces de herirte a conciencia con cada palabra que dicen o que, en otros casos, no dicen. Y ahí estás tú, tan confusa como siempre, como nunca. Llorando, ¿y qué vas a hacer? No te esperabas que gente que considerabas tanto te fallasen de esa manera. Te decepcionasen así. Porque ni siquiera estás enfadada... Estás dolida, herida, decepcionada. Te has encontrado de bruces con la realidad de que preocuparte por ellos, de que quererles, de moverte infinitamente por hacerles felices, de callarte mil cosas, de callarte mil preocupaciones, mil problemas, mil dudas, de no mostrar dolor para no hacerles daño, de que intentar estar siempre ahí cuando te necesitan, de que las sonrisas que te causan verlos bien y las lágrimas cuando ellos están mal no han servido para nada. De que todo este tiempo has intentado hacer todo bien para que te devuelvan... ¿para que te devuelvan qué? Nada. Y así te quedas, con nada. Nada más que lágrimas, decepción y más lágrimas. Porque lo peor de todo es que ahora, aún después de todo, sigo siendo yo la que aún les quiere y les querrá, la que aún les echa de menos y lo seguirá haciendo.


'No sé que acabó sucediendo, solo sentí dentro dardos.'

martes, 17 de abril de 2012

I'll fly with you.


Me escribes. Tiemblo. Leo. Sonrío. Te contesto. Quedamos. Te veo ahí, a lo lejos, en la misma parada de siempre, en el mismo lugar de siempre, con la misma sonrisa de siempre. Nervios. Apuro los pasos hasta llegar a dónde estás. Te saludo con timidez, sin saber cómo comportarme después de todo lo vivido. Tu olor me estremece. Otra vez esa colonia que me encanta. Ese olor tuyo, ese olor que hace que recuerde cada día a tu lado, cada momento. Por un momento no quería separarme de ti, quería que tu olor siguiese recorriendo mi cuerpo, haciéndome sentir mil cosas a la vez. Me sonríes y todo se me olvida, todo vuelve a ser como siempre, como meses atrás cuando estábamos bien. Recorremos la ciudad, hablando, con miedo a qué decir, sin saber muy bien de qué hablar, andamos sin rumbo pero sin detenernos. Te miro y pienso qué pasará por tu mente en ese mismo instante, si te arrepientes de haberme visto, si estás deseando besarme o si tan solo piensas a dónde ir. Tenemos muchas cosas de las que hablar, muchas cosas que aclarar, pero no sale el momento, no hay interés en arruinar la complicidad que se vuelve a formar entre nosotros, no queremos eliminar las sonrisas sin motivos que se dibujan en nuestras caras al mirarnos. Seguimos andando, seguimos hablando, nos seguimos mirando, nos seguimos sonriendo, ¿dónde ha quedado todo ese rencor? ¿Dónde está ese dolor de hace unos días? ¿Sinceramente? Me da igual. Esa sonrisa, esos hoyuelos, esa mirada ha conseguido que todo se haya desvanecido, el más mínimo resto de dolor o de rencor se eliminaba a medida que la tarde avanzaba, a medida que nosotros seguíamos andando y seguíamos intentando comportarnos como si nada hubiese sucedido. Y así pasan los minutos, así pasa el tiempo hasta que decides acercarte. Cada vez más. Cada vez más. Tu colonia vuelve a hacerse más intensa. Disimuladamente sonrío otra vez, soy feliz. Coges mi mano y me acercas a ti. Y ahí están tus labios, rozando los míos. Y ahí estamos tú y yo, volviendo a unirnos. Echaba de menos el roce de tus labios. Echaba de menos tus manos y tus caricias. Acaricio tu cuello, acaricio tu pelo. Sé que te encanta. Me encanta. Me encantas. Y me podría pasar así horas, sin separarme de ti. Separamos nuestros labios. Mis ojos están llorosos, no te imaginas lo que me alegra el estar ahí contigo. El estar así contigo. Sin reproches. Sin malas palabras. Sin rencor. Sin dolor. Y así pasan los días. Tardes juntos, entre risas, besos y caricias. Entre confesiones, entre las mismas conversaciones de siempre. ¿Qué si habría sido mejor no verte? Verte siempre es un regalo. Pero nada es para siempre y yo me voy. Nos despedimos en la misma parada que la última vez. “Nos volveremos a ver”, me dices. Me voy, te vas y unas lágrimas recorren mis mejillas. Es una mezcla entre felicidad y que sé que echaré de menos todo esto, pero no es nada nuevo y una ya se acostumbra. Me subo al bus y cada vez estoy más lejos, cada vez estoy más cerca de mi vida normal, de mi rutina. De mi rutina sin ti a mi alrededor. Pero sigues ahí, como siempre has estado. Porque a pesar de todo siempre te has preocupado por mí, siempre has estado pendiente de que estuviera bien. Porque como siempre, por muchas discusiones, sigues estando ahí, como la persona especial que eres.

martes, 10 de abril de 2012

Momentos

Habrá momentos felices, momentos tristes, momentos en los que pienses que nada puede ir mejor, momentos en los que estás hundido en la miseria y crees que nunca más podrás salir adelante. Habrá momentos en los que te sientas solo, momentos en los que pienses que tienes a las mejores personas a tu lado, momentos en los que quieras con locura y momentos en los que te vuelvas loco de tanto odio acumulado.

Y es que la vida se basa en momentos, momentos que te hacen sentir vivo, momentos que te dejan sin aliento, momentos que hacen que tu corazón lata más rápido de lo normal… Por estos momentos son los que merecen la pena seguir adelante. La vida no sería interesante, la vida no sería vida sin estos momentos que hacen de nuestra existencia algo diferente.

¿Qué existen momentos por los que crees que ya no merece la pena seguir? Por supuesto, yo también los he vivido, pero éstos te hacen valorar la vida de otra manera, te hacen vivir con más intensidad esos buenos momentos.

Y es que por todo ello merece la pena vivir, y no solo por disfrutar de ellos, sino de poder disfrutarlos con las personas que más quieres, con las personas que más te quieren. Tu familia o tus amigos, quizás ambos, ellos estarán ahí para compartir sus momentos contigo y para que tú hagas lo mismo con los tuyos. Al fin y al cabo la vida se basa en éstas situaciones, y la vida está para vivirla, para vivirla acompañada de tu gente y sobre todo para vivirla con una sonrisa en la cara.

La vida con una sonrisa se sobrelleva mejor.

viernes, 6 de abril de 2012

Una y otra vez.

Suelen decir que con el paso del tiempo los recuerdos se deterioran, los detalles se olvidan pero a mí con un simple olor, el olor de su colonia, todos los momentos vividos a su lado pasan por mi mente, como si de una película se tratase.

Una y otra vez viene a mi mente su mirada cuando estábamos callados, abrazados en la habitación simplemente viendo una película; la sonrisa que ponía cada vez que iba a verle. Una y otra vez recuerdo sus besos, sus largos besos, todo lo que me hacía sentir con cada uno de ellos. No me olvido de su voz, de su voz susurrándome un "me pasa que te quiero" mientras estábamos en la sala. Una y otra vez siento como si me estuviera acariciando de nuevo, como si estuviera a mi lado abrazándome como solía hacerlo, como lo hacía cuando todo iba bien. Recuerdo ir juntos, de la mano, recorriendo la ciudad con una sonrisas en la cara, sin pensar en nada más que en aprovechar cada segundo a su lado. Una y otra vez recuerdo ese sentimiento de seguridad cuando estaba a su lado, la capacidad que tenía de hacerme sonreír con tan solo una mirada, una palabra, un beso... Aún soy capaz de revivir esa sensación de angustia la primera vez que me despedí de él en la estación, aún soy capaz de sentir sus lágrimas en mis mejillas, aún soy capaz de sentir la fuerza de ese último abrazo. Echo de menos que no hubiese problemas, ni discusiones, ni reproches, echo de menos no decepcionarlo.

Ahora... ahora es que simplemente le echo de menos a él, su apoyo en los malos momentos, lo bien que me hacía sentir.

No es que no lo supere, no es que no le olvide, es que ha sido una persona que me ha marcado tanto que jamás podré borrarla de mi vida. Podré pasar página, podré seguir con mi vida pero él siempre estará presente en cada día de mi vida. Él me ha cambiado por completo, él ha cambiado mi vida por completo.

martes, 3 de abril de 2012

Mi silencio.

Escucha el silencio, en él se esconden todas las lágrimas que no viste, todos los “te quiero”  que me callé, en él se guardan todas las veces que quise alejarte de mí, todos los besos y caricias que no he podido darte. Escúchalo, en él estará mi voz susurrándote que siempre estaré a tu lado, aún cuando tú no quieras que esté.

¿Qué quieres que te diga? Nunca he sabido cómo tratarte, nunca he sabido como sobrellevar esta situación. He intentado explicarte con palabras todo lo que sentía, todo lo que eras para mí pero mis actos confirmaban todo lo contrario. ¿Qué quieres que te diga si ni si quiera yo lo entiendo? Solo sé que te quiero.

En este silencio te pediré perdón por no habértelo pedido todas las veces que fueron necesarias. Por haberte hecho daño, por haberme hecho daño, en definitiva, por habernos hecho daño a nosotros.  En ese silencio también te agradeceré todo por lo que nunca te di las gracias. Confieso que no todo lo que me has causado ha sido daño, quizás por eso me cueste más alejarme de ti. Y es que muchas de mis sonrisas eran gracias a ti.

En este silencio te confesaré que no sé estar sin ti, me he acostumbrado a ti. Me he acostumbrado a tu risa, a tu mirada, a tus palabras, a tus abrazos, a tus besos. Te confesaré que me he acostumbrado hasta a tus enfados y a nuestras discusiones, y que a pesar de todo el daño que han podido hacerme no se puede comprar al daño que me causa que no estés y que ya no vayas a estar.

En este silencio se producirá nuestra despedida, mi despedida porque tú ya no estás. En este silencio te abrazaré por última vez, te besaré por última vez, mis últimas palabras serán un: lo siento, siempre te voy a querer.

lunes, 2 de abril de 2012

En busca de la felicidad.

Todos tenemos algún miedo. Miedo a la oscuridad, miedo a algún animal, miedo a las alturas, miedo a salir de casa, miedo al mar, miedo a fracasar, miedo a quedarse solo, miedo a enamorarse… ¿A qué tengo yo realmente miedo? A la felicidad.
Sí, a algo tan perfecto le tengo miedo, ¿por qué? La felicidad es lo máximo a lo que podemos aspirar, es nuestra continua búsqueda y por lo que día a día luchamos. Luchamos por ser felices, o simplemente por alcanzar las metas que nos ponemos en la vida para conseguir esa felicidad.

La felicidad es una unidad, una unidad de éxitos, de sentimientos… de buenos sentimientos, de sonrisas sinceras, de personas a tu lado que te hacen la existencia más agradable… En resumen, tener un total, un total profesional y personal. Y esto es a lo que temo, ¿una vez tengamos todo esto, qué más podremos esperar? Nada. Permitidme que sea pesimista, realista tal vez,  pero no podremos esperar nada, más, lo tendremos todo y a partir de ahí todo solo podrá ir a peor. Y es que nada es eterno, nada dura para siempre, y todo está a manos de la suerte. Un día lo tienes todo, al siguiente te has quedado sin nada.

Personalmente, prefiero vivir a base de sueños, no ser feliz completamente, no tener ese todo. Quiero tener algo por lo que luchar, quiero tener más objetivos que conseguir, quiero alcanzar la felicidad cuando ya nada pueda perder. Quiero luchar, quiero sentirme útil, no quiero sentir que ya lo tengo todo y que ya no sirvo para nada, que ya nada me queda por hacer. Quiero dejar mi huella en el mundo día tras día hasta que muera, ya que éste es mi único objetivo.

Quiero vivir mi vida hasta el último momento, cumpliendo mis objetivos, marcándome otros, siendo útil. Quiero que la gente se acuerde de mí cuando me vaya, que se acuerde de mí diciendo: esta chica cambió su vida cada día, esta chica consiguió cambiar mi vida.