martes, 17 de abril de 2012

I'll fly with you.


Me escribes. Tiemblo. Leo. Sonrío. Te contesto. Quedamos. Te veo ahí, a lo lejos, en la misma parada de siempre, en el mismo lugar de siempre, con la misma sonrisa de siempre. Nervios. Apuro los pasos hasta llegar a dónde estás. Te saludo con timidez, sin saber cómo comportarme después de todo lo vivido. Tu olor me estremece. Otra vez esa colonia que me encanta. Ese olor tuyo, ese olor que hace que recuerde cada día a tu lado, cada momento. Por un momento no quería separarme de ti, quería que tu olor siguiese recorriendo mi cuerpo, haciéndome sentir mil cosas a la vez. Me sonríes y todo se me olvida, todo vuelve a ser como siempre, como meses atrás cuando estábamos bien. Recorremos la ciudad, hablando, con miedo a qué decir, sin saber muy bien de qué hablar, andamos sin rumbo pero sin detenernos. Te miro y pienso qué pasará por tu mente en ese mismo instante, si te arrepientes de haberme visto, si estás deseando besarme o si tan solo piensas a dónde ir. Tenemos muchas cosas de las que hablar, muchas cosas que aclarar, pero no sale el momento, no hay interés en arruinar la complicidad que se vuelve a formar entre nosotros, no queremos eliminar las sonrisas sin motivos que se dibujan en nuestras caras al mirarnos. Seguimos andando, seguimos hablando, nos seguimos mirando, nos seguimos sonriendo, ¿dónde ha quedado todo ese rencor? ¿Dónde está ese dolor de hace unos días? ¿Sinceramente? Me da igual. Esa sonrisa, esos hoyuelos, esa mirada ha conseguido que todo se haya desvanecido, el más mínimo resto de dolor o de rencor se eliminaba a medida que la tarde avanzaba, a medida que nosotros seguíamos andando y seguíamos intentando comportarnos como si nada hubiese sucedido. Y así pasan los minutos, así pasa el tiempo hasta que decides acercarte. Cada vez más. Cada vez más. Tu colonia vuelve a hacerse más intensa. Disimuladamente sonrío otra vez, soy feliz. Coges mi mano y me acercas a ti. Y ahí están tus labios, rozando los míos. Y ahí estamos tú y yo, volviendo a unirnos. Echaba de menos el roce de tus labios. Echaba de menos tus manos y tus caricias. Acaricio tu cuello, acaricio tu pelo. Sé que te encanta. Me encanta. Me encantas. Y me podría pasar así horas, sin separarme de ti. Separamos nuestros labios. Mis ojos están llorosos, no te imaginas lo que me alegra el estar ahí contigo. El estar así contigo. Sin reproches. Sin malas palabras. Sin rencor. Sin dolor. Y así pasan los días. Tardes juntos, entre risas, besos y caricias. Entre confesiones, entre las mismas conversaciones de siempre. ¿Qué si habría sido mejor no verte? Verte siempre es un regalo. Pero nada es para siempre y yo me voy. Nos despedimos en la misma parada que la última vez. “Nos volveremos a ver”, me dices. Me voy, te vas y unas lágrimas recorren mis mejillas. Es una mezcla entre felicidad y que sé que echaré de menos todo esto, pero no es nada nuevo y una ya se acostumbra. Me subo al bus y cada vez estoy más lejos, cada vez estoy más cerca de mi vida normal, de mi rutina. De mi rutina sin ti a mi alrededor. Pero sigues ahí, como siempre has estado. Porque a pesar de todo siempre te has preocupado por mí, siempre has estado pendiente de que estuviera bien. Porque como siempre, por muchas discusiones, sigues estando ahí, como la persona especial que eres.

martes, 10 de abril de 2012

Momentos

Habrá momentos felices, momentos tristes, momentos en los que pienses que nada puede ir mejor, momentos en los que estás hundido en la miseria y crees que nunca más podrás salir adelante. Habrá momentos en los que te sientas solo, momentos en los que pienses que tienes a las mejores personas a tu lado, momentos en los que quieras con locura y momentos en los que te vuelvas loco de tanto odio acumulado.

Y es que la vida se basa en momentos, momentos que te hacen sentir vivo, momentos que te dejan sin aliento, momentos que hacen que tu corazón lata más rápido de lo normal… Por estos momentos son los que merecen la pena seguir adelante. La vida no sería interesante, la vida no sería vida sin estos momentos que hacen de nuestra existencia algo diferente.

¿Qué existen momentos por los que crees que ya no merece la pena seguir? Por supuesto, yo también los he vivido, pero éstos te hacen valorar la vida de otra manera, te hacen vivir con más intensidad esos buenos momentos.

Y es que por todo ello merece la pena vivir, y no solo por disfrutar de ellos, sino de poder disfrutarlos con las personas que más quieres, con las personas que más te quieren. Tu familia o tus amigos, quizás ambos, ellos estarán ahí para compartir sus momentos contigo y para que tú hagas lo mismo con los tuyos. Al fin y al cabo la vida se basa en éstas situaciones, y la vida está para vivirla, para vivirla acompañada de tu gente y sobre todo para vivirla con una sonrisa en la cara.

La vida con una sonrisa se sobrelleva mejor.

viernes, 6 de abril de 2012

Una y otra vez.

Suelen decir que con el paso del tiempo los recuerdos se deterioran, los detalles se olvidan pero a mí con un simple olor, el olor de su colonia, todos los momentos vividos a su lado pasan por mi mente, como si de una película se tratase.

Una y otra vez viene a mi mente su mirada cuando estábamos callados, abrazados en la habitación simplemente viendo una película; la sonrisa que ponía cada vez que iba a verle. Una y otra vez recuerdo sus besos, sus largos besos, todo lo que me hacía sentir con cada uno de ellos. No me olvido de su voz, de su voz susurrándome un "me pasa que te quiero" mientras estábamos en la sala. Una y otra vez siento como si me estuviera acariciando de nuevo, como si estuviera a mi lado abrazándome como solía hacerlo, como lo hacía cuando todo iba bien. Recuerdo ir juntos, de la mano, recorriendo la ciudad con una sonrisas en la cara, sin pensar en nada más que en aprovechar cada segundo a su lado. Una y otra vez recuerdo ese sentimiento de seguridad cuando estaba a su lado, la capacidad que tenía de hacerme sonreír con tan solo una mirada, una palabra, un beso... Aún soy capaz de revivir esa sensación de angustia la primera vez que me despedí de él en la estación, aún soy capaz de sentir sus lágrimas en mis mejillas, aún soy capaz de sentir la fuerza de ese último abrazo. Echo de menos que no hubiese problemas, ni discusiones, ni reproches, echo de menos no decepcionarlo.

Ahora... ahora es que simplemente le echo de menos a él, su apoyo en los malos momentos, lo bien que me hacía sentir.

No es que no lo supere, no es que no le olvide, es que ha sido una persona que me ha marcado tanto que jamás podré borrarla de mi vida. Podré pasar página, podré seguir con mi vida pero él siempre estará presente en cada día de mi vida. Él me ha cambiado por completo, él ha cambiado mi vida por completo.

martes, 3 de abril de 2012

Mi silencio.

Escucha el silencio, en él se esconden todas las lágrimas que no viste, todos los “te quiero”  que me callé, en él se guardan todas las veces que quise alejarte de mí, todos los besos y caricias que no he podido darte. Escúchalo, en él estará mi voz susurrándote que siempre estaré a tu lado, aún cuando tú no quieras que esté.

¿Qué quieres que te diga? Nunca he sabido cómo tratarte, nunca he sabido como sobrellevar esta situación. He intentado explicarte con palabras todo lo que sentía, todo lo que eras para mí pero mis actos confirmaban todo lo contrario. ¿Qué quieres que te diga si ni si quiera yo lo entiendo? Solo sé que te quiero.

En este silencio te pediré perdón por no habértelo pedido todas las veces que fueron necesarias. Por haberte hecho daño, por haberme hecho daño, en definitiva, por habernos hecho daño a nosotros.  En ese silencio también te agradeceré todo por lo que nunca te di las gracias. Confieso que no todo lo que me has causado ha sido daño, quizás por eso me cueste más alejarme de ti. Y es que muchas de mis sonrisas eran gracias a ti.

En este silencio te confesaré que no sé estar sin ti, me he acostumbrado a ti. Me he acostumbrado a tu risa, a tu mirada, a tus palabras, a tus abrazos, a tus besos. Te confesaré que me he acostumbrado hasta a tus enfados y a nuestras discusiones, y que a pesar de todo el daño que han podido hacerme no se puede comprar al daño que me causa que no estés y que ya no vayas a estar.

En este silencio se producirá nuestra despedida, mi despedida porque tú ya no estás. En este silencio te abrazaré por última vez, te besaré por última vez, mis últimas palabras serán un: lo siento, siempre te voy a querer.

lunes, 2 de abril de 2012

En busca de la felicidad.

Todos tenemos algún miedo. Miedo a la oscuridad, miedo a algún animal, miedo a las alturas, miedo a salir de casa, miedo al mar, miedo a fracasar, miedo a quedarse solo, miedo a enamorarse… ¿A qué tengo yo realmente miedo? A la felicidad.
Sí, a algo tan perfecto le tengo miedo, ¿por qué? La felicidad es lo máximo a lo que podemos aspirar, es nuestra continua búsqueda y por lo que día a día luchamos. Luchamos por ser felices, o simplemente por alcanzar las metas que nos ponemos en la vida para conseguir esa felicidad.

La felicidad es una unidad, una unidad de éxitos, de sentimientos… de buenos sentimientos, de sonrisas sinceras, de personas a tu lado que te hacen la existencia más agradable… En resumen, tener un total, un total profesional y personal. Y esto es a lo que temo, ¿una vez tengamos todo esto, qué más podremos esperar? Nada. Permitidme que sea pesimista, realista tal vez,  pero no podremos esperar nada, más, lo tendremos todo y a partir de ahí todo solo podrá ir a peor. Y es que nada es eterno, nada dura para siempre, y todo está a manos de la suerte. Un día lo tienes todo, al siguiente te has quedado sin nada.

Personalmente, prefiero vivir a base de sueños, no ser feliz completamente, no tener ese todo. Quiero tener algo por lo que luchar, quiero tener más objetivos que conseguir, quiero alcanzar la felicidad cuando ya nada pueda perder. Quiero luchar, quiero sentirme útil, no quiero sentir que ya lo tengo todo y que ya no sirvo para nada, que ya nada me queda por hacer. Quiero dejar mi huella en el mundo día tras día hasta que muera, ya que éste es mi único objetivo.

Quiero vivir mi vida hasta el último momento, cumpliendo mis objetivos, marcándome otros, siendo útil. Quiero que la gente se acuerde de mí cuando me vaya, que se acuerde de mí diciendo: esta chica cambió su vida cada día, esta chica consiguió cambiar mi vida.