martes, 24 de septiembre de 2013

Me merezco un amor sin estrenar, o no.

Hacía tiempo que no te escribía, y siendo sincera, hacía tiempo que no pensaba en ti. No de esta manera. No echándote de menos, o al menos sintiendo que lo hago. A veces. O quizás son los momentos que pasaba contigo, o el cómo me sentía contigo. Quizás lo que eche de menos es que alguien me haga sentir como tú me hacías sentir, a veces.

¿Por qué así? ¿De repente? No. Hoy me han preguntado por ti, de nuevo. Suelen hacerlo, pero suelo evadir la respuesta, un “como siempre”, “bien”, “nada en especial”. Pero hoy… hoy pensé en qué saldría de mi boca si siguiese esa conversación. ¿Cuántas cosas me habré callado por miedo a lo que pudiese decir? Podría ser que la razón para no hablar de ti no sea que ya te hubiese olvidado, sino el miedo a no haberlo hecho. A oírme decir “le echo de menos”.

Pues bien, resulta que acabaron preguntándome si aún te quería. No lo pensé, ni un segundo tardé. Sí, respondí. Un ‘sí’ rotundo, confiado, serio. Un ‘sí’ verdadero. Pero no siempre es suficiente el querer a alguien, ¿o sí? Igualmente, nadie me preguntó ¿pero cómo le quieres? Cómo. De qué manera. En qué sentido. ¿Amigo? ¿Pareja? ¿Expareja (el término más adecuado sería ‘recuerdo’)? Pues en todos. Supongo. No lo sé. Exacto, no lo sé. Mi cabeza está hecha un lío, mi corazón no se decide y yo… Yo me merezco ser feliz. (No quiero decir que contigo lo fuese, pero ambos sabemos que nosotros, al final, solo sabemos hacernos daño.)

Hay gente que dice que, en el caso de que estuviese enamorada (qué palabra tan grande, llena de sentimiento… Vale, creo que debería poner ENAMORADA, así mejor. Si lo estuviese, sería de ti. Qué locura, ¿no? De ti, que estás a tantos kilómetros. Y qué irónico que es a mí ahora a la que le importan esas tonterías, por eso pienso que ya no es lo mismo. No estoy segura de aguantar, aunque quizás sea porque conozco mis celos. Malditos celos, maldito ni contigo ni sin ti, maldito cabezota que se dio cuenta tarde de lo que sentía… Tarde… ¿Qué ha pasado? Como suelen decir: lo único que pasa, el tiempo. Y con él se fue el sentimiento, el grande, el fuerte. El sentimiento, EL, con mayúscula, el que hacía que aguantase fuese lo que fuese y durase lo que durase. Pero ya no. Así que, aunque duela, puede decirse que te quiero. Te quiero, te quiero como recuerdo, quizás como amigo.

¿Una palabra para resumir todo esto? ¿Todo lo que vivimos? ¿Un adjetivo para calificar nuestra, por llamarlo de alguna forma, relación? Tóxica. Tóxica, dolorosa. No siempre, eso es cierto, pero sí muchas. Y ya no compensan los buenos momentos, quizás nunca compensaron pero… Pero. Nunca hubo una razón lógica, pero ahí seguíamos. Yo te hice daño. Tú me hiciste daño. No hay culpables. Ambos lo somos. No creo que se deba analizar quién sufrió más, quién lloró más, o quién acabó más loco de los dos. Quedarnos con lo bueno, eso es lo importante, esos son los recuerdos con los que debemos quedarnos.

Así pues, ¿qué me queda por decirte? Por si lo habías pensado, no. Esto no es una despedida, no es un adiós, ni siquiera un hasta luego. Esto es un “nos merecemos un amor sin estrenar”.